La Resurrección de Jesús

 La resurrección de Jesús de Nazaret constituye la piedra angular del cristianismo y su distintivo fundamental respecto al resto de las religiones y credos. Su historicidad depende en gran manera de la fiabilidad de su fuente histórica primaria, el Nuevo Testamento, y ha sido objeto de minuciosa investigación y debate por siglos.

 El suceso es descrito por San Mateo: Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilatos y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.

 Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.

 Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: no temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y de aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.

 Todas las grandes religiones del mundo, excepto cuatro de ellas, están basadas en proposiciones filosóficas. De las cuatro que están basadas en personalidades más que en un sistema filosófico determinado, solamente el cristianismo reclama tener vacía la tumba de su fundador. La biblia que es la palabra de Dios afirma que Jesús resucitó de los muertos y está sentado a la diestra del Padre, para el día del juicio final juzgar a los vivos y a los muertos.

 Abraham, el padre del judaísmo, murió alrededor de 1900 a.n.e., pero jamás se ha hecho declaración de que resucitara. En los relatos de Buda no se encuentra nada parecido a una resurrección, sino que, por el contrario, en los primeros registros de su muerte se expresa que fue con una muerte total en la que nada queda atrás. Mahoma, por su parte, murió el 8 de junio de 632 en Medina, a la edad de 61 años, y su tumba es visitada anualmente por millones de devotos mahometanos. Todos los millones de millones de judíos, budistas y mahometanos concuerdan en que sus fundadores nunca se han levantado del polvo de la tierra en resurrección. Sin embargo, la Fe cristiana reposa enteramente en el hecho de la resurrección de Jesús de Nazaret.