La Octava de Navidad coincide con el Año Nuevo. Como los paganos celebraban ese día con libertinaje y superstición, la Iglesia primitiva ayudó a los creyentes a comenzar el año con un espíritu nuevo: de ahí los días de penitencia y ayuno.
El primer día del año celebramos la solemne fiesta de María, Madre de Dios. Este título se le atribuyó oficialmente a María en el concilio de Éfeso, del año 431; pero ya se había consolidado en la devoción del pueblo cristiano desde el siglo III. En 1931, conmemorando el XV centenario del Concilio de Éfeso, el Papa Pío XI insertó la fiesta litúrgica en el calendario romano general. Con la reforma litúrgica de 1969, pasó a celebrarse el 1 de enero como solemnidad. Este día está así lleno de celebraciones: la Octava de Navidad, la solemnidad de María, Madre de Dios y la Jornada Mundial de la Paz desde 1968, con Pablo VI.
Los mensajes de este primer día del año son muchos: se nos invita a aprender de la Virgen Madre a conservar la Palabra de Dios, y a preguntarnos qué quiere decirnos el Señor Jesús con el paso de los días, sabiendo que estamos bajo el signo de la bendición de Dios, como nos recuerda la primera lectura tomada de los Números.
Santa María, Madre de Dios es una celebración litúrgica, con grado de solemnidad, que conmemora el dogma de la Maternidad divina de María sobre Jesús tal y como quedó definido en el Concilio de Éfeso.
Se la celebra en la Iglesia católica y en todas las Iglesias en comunión con ella, y se la considera la festividad más importante en honor de María, madre de Jesús, ya que toda su vida y sus dones personales, incluyendo su virginidad, estuvieron orientados a su maternidad.
La solemnidad litúrgica está estrechamente vinculada a la Maternidad Divina de María, que también está presente en la forma tradicional del Rito romano en la festividad litúrgica llamada de la Maternidad de la Santísima Virgen María, en el rito ambrosiano a través de la fiesta litúrgica del Domingo de la Encarnación también llamada Fiesta de la Divina Maternidad de la Virgen María, así como en el ritual de la familia oriental, sobre todo las tradiciones rituales bizantinas de Siria y los ritos coptos, donde es llamada del mismo modo. El rito italo-albanés la llama Maternidad de la Santa Madre de Dios. Es el último día de la Octava de Navidad.