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La Palabra

LA  PALABRA

 

 

 

EL AMOR NO ES CIEGO

 

   Probablemente, nadie ha planteado con tanta clarividencia como E. Biser el cambio de espectativa que se ha producido en la persona  moderna de cara a la religión. Lo que el ser humano de hoy busca en el misterio de Dios es "apoyo, morada y seguridad" para entenderse y vivirse a sí mismo con paz.

   Los que se interesan de nuevo por Dios lo hacen desde su necesidad por buscar una salida a su desgarro interior, su soledad y, sobre todo, su pérdida de identidad. Observa el profesor que la cultura moderna está generando un "vacío interno" que lleva a no pocos a preguntar por Dios. Lo que buscan en Él es "suelo firme" para vivir; lo que anhelan es conocer una "confianza básica" donde poder sustentarse.

   Este nuevo contexto está originando una forma diferente de plantearse la cuestión de Dios. Las nuevas generaciones no se interesan por las "pruebas de la existencia de Dios". Está desapareciendo la "necesidad de probar" que tanto ha obsesionado en años pasados. Lo que, desde su inseguridad y desgarro interior buscan hoy, no pocos, es que Dios se les comunique y puedan rastrear, de alguna forma, su presencia amistosa.

   Y es aquí donde, de nuevo, cobra toda su importancia y centralidad el "amor de Dios". Se suele decir que el amor es ciego, pero la verdad es que el amor ayuda a percibir en la persona amada lo que se escapa a una mirada indiferente. Así sucede con Dios. Quien se coloca ante Él en una actitud de amor confiado comienza a percibirlo de forma diferente. De ahí la importancia del mandato de Jesús, que puede parecer "pura abstracción", pero que es capaz de transformar la historia interior de la persona.

   Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.

   Este amor a Dios es lo primero. Dios habita allí donde se le deja entrar y la puerta por la que entra en el ser humano es siempre el amor.Por otra parte este es el camino para que el hombre moderno, "audaz y desvalido, prepotente y decadente", descubra que es "hijo de Dios" y encuentre ahí su "centro de identificación" (E. Biser)

   Estoy convencido de que todo el que mira a Dios, no con mirada indiferente sino con amor confiado, por muy perdido que se sienta o muy indigno que se vea, puede decir desde el fondo de su corazón aquellas palabras de Anselmo de Canterbury: "¡Qué lejos estoy de tí y qué cerca estás de mí!¡Cómo escapas a mi mirada y qué presente estoy yo en la tuya!"

   Es significativa la escena de Jesús en casa de Simón el fariseo. Este hombre no es capz de descubrir el misterio encerrado en Jesús. La mujer, sin embargo, pecadora pero con una gran capacidad de amor, intuye que Jesús es su salvador y se acerca a Él confiada. Jesús capta lo esencial: esta mujer "tiene mucho amor"; por eso escucha las palabras decisivas:"Tus pecados están perdonados"

 

 

   LA PALABRA DE DIOS   

  

   “Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Se la repetirás a

tus  hijos, les hablarás de ellas”

 

 Uno de los más grandes regalos que Dios jamás le ha dado a la humanidad es Su Palabra escrita. Su Palabra tiene numerosas bendiciones para nosotros.  Es la semilla  a través de la cual uno nace de nuevo (1 Pedro 1:23). Así como la semilla tiene el potencial de la vida vegetal, la Palabra de Dios tiene el potencial para impartir vida eterna. Esta es la razón por la cual la Palabra de Dios también se conoce como la Palabra de Vida (Filipenses 2:16). ¡Su palabra no sólo imparte vida, sino  también sustenta la vida! Así como la planta viviente es sustentada por el riego periódico y de la comida derivada de la tierra, la Palabra de Dios se compara  con el agua (Efesios 5:26) y la comida (Mateo 4:4). Más específicamente, es tanto leche como comida sólida (Hebreos 5:12-14)..¡Debemos de continuar con un apetito por la Palabra de Dios para asegurar crecimiento espiritual, el cual es ordenado. 

 La Palabra de Dios también es vida y salud. Esta palabra traducida salud también puede ser traducida medicina; cura, liberación o remedio. La palabra de Dios tiene un efecto positivo en nuestros espíritus, almas y cuerpos, así como la medicina hace en lo natural al cuerpo enfermo.

 Además, La Palabra de Dios es duradera, eterna, perfecta y pura.

 En otras palabras, ¡La Palabra de Dios es perfectamente pura y libre del más pequeño error!

 También es viva.

 La Biblia no solamente contiene la Palabra de Dios, ¡Es la Palabra de Dios! Jesús enseñó que cada pequeño detalle será cumplido.  Es verdad y no puede ser quebrantada Es la fuente máxima de verdad en cualquier cosa a que hace referencia, no sólo cosas espirituales. De hecho, aún se le llama “la palabra de verdad” a través de la cual nos ha sido dado un nuevo nacimiento.

 La Palabra de Dios en los labios de un fiel cristiano tiene mucho potencial en la vida de muchos.

Porque nos puede venir bien AHONDAR EN NUESTRA FE

Para creer “lo más”, hay que creer antes “lo menos”

  ¿Por qué habrá tanta gente que no cree? ¿Por qué habrá personas que antes de preguntarse qué han de hacer se cuestionan por qué los otros hacen lo que hacen? Todo va muy unido. El egoísmo cierra las puertas de la fe. Veamos en el Evangelio.

  Quienes la tienen, le preguntan a Jesús con qué autoridad hace lo que hace. Los Sumos Sacerdotes, los Ancianos, cuestionan la autoridad de Jesús. El motivo, ciertamente, era muy serio: Jesús había tomado posesión del Templo expulsando a los vendedores, paralizando el culto y denunciando haber convertido la casa de Dios en cueva de bandidos. Las autoridades le preguntan entonces por qué ha actuado así. Jesús no responde. Su contrarréplica consiste en preguntarles a su vez si el bautismo de Juan era cosa de Dios o no. Les pregunta por qué no creyeron en la actuación de Dios a través de Juan el Bautista. Es como decir: "si no creísteis en Juan mucho menos vais a creer en mí".

  La respuesta de los Sumos Sacerdotes y los Ancianos a la pregunta de Jesús es muy diplomática, ¡no quieren cogerse las manos! Por eso le responden sin implicarse en nada: ¡no sabemos! Entonces Jesús renuncia a darles a entender el sentido profundo de lo que ha hecho.

  Hay personas totalmente incapacitadas para entender lo que Dios quiere, para discernir su voluntad. Cuando en lugar de preguntarnos ¿qué he de hacer yo? preguntamos a los demás por qué hacen lo que hacen, cuando en lugar de meternos con nuestra propia vida nos metemos con la vida de los demás…es entonces cuando nos volvemos incapaces de entender lo que Dios quiere.

  ¡Hágase tu voluntad, Padre! Es nuestra oración diaria. Qué importante es tener los ojos abiertos y la sensibilidad dispuesta para entender y comprometernos con las cosas de Dios.

  Por otra parte, el camino para llegar a la Gran Fe, es demostrar la fe en las cosas pequeñas, para creer en Jesús que es lo más, es preciso creer antes en Juan, que es lo menos.