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EL TIEMPO DE ADVIENTO

El tiempo de Adviento

 El Adviento  es el primer período del año litúrgico cristiano, y consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo. Su duración suele ser de 22 a 28 días, dado que lo integran necesariamente los cuatro domingos más próximos a la festividad de la Natividad, la celebración litúrgica de la Navidad.

 Los fieles cristianos consideramos al Adviento como un tiempo de oración y de reflexión caracterizado por la espera vigilante, es decir, tiempo de esperanza y de vigilia, de arrepentimiento, de perdón y de alegría.

 En el catolicismo, el primer domingo de Adviento tiene lugar en el domingo siguiente al de la solemnidad de Cristo Rey, último domingo del año litúrgico anterior

 Si bien el Adviento precede inmediatamente al tiempo de Navidad, desde el punto de vista espiritual tiene por finalidad la preparación del creyente para la segunda venida de Cristo y el encuentro definitivo con Dios. El color litúrgico de estos días es el morado.

 La liturgia del Adviento cristiano comenzó a moldearse en Galiae Hispania ya a fines del siglo IV y durante el siglo V, como preparación ascética para la celebración de la Navidad. Aquel preludio de la celebración del nacimiento de Cristo tenía una duración de tres semanas, que se unían a la preparación de los bautismos, por entonces administrados en la festividad de la Epifanía.

 En la liturgia del Adviento sobresalen las figuras del profeta Isaías, de Juan el Bautista, de María, madre de Jesús, y de José de Nazaret. Se trata en todos los casos de modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a los fieles para preparar la celebración de la venida de Jesucristo.

 Durante el Adviento, se coloca en las iglesias y también en algunos hogares una corona de ramas de pino, llamada corona de Adviento, con cuatro velas, una por cada domingo de Adviento.

 Se trata de un conjunto de ramas verdes, de preferencia de especies perennifoliasy en cualquier caso sin flores debido a la austeridad propia del Adviento, dispuestas o trenzadas en círculo, a las que se suman cuatro cirios ubicados en la periferia. El simbolismo de cada elemento constitutivo de la corona preexistía al mismo cristianismo. El círculo es un símbolo del ciclo eterno de las estaciones, mientras que las especies perennifolias en general simbolizan la inmortalidad, y la luz se identifica con el espíritu y la fuerza de la vida que persiste, aún en medio de los días cortos y del frío que gobierna usualmente el hemisferio norte en el tiempo de Adviento. En la simbología cristiana, la luz significa Cristo, a partir del Evangelio de Juan que lo presenta como la luz del mundo.