FESTIVIDAD DE CRISTO REY
La solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, es una celebración litúrgica de la Iglesia católica, en grado de solemnidad, que tiene lugar el último domingo del año litúrgico del rito romano. Por lo tanto, su fecha varía oscilando entre los días 20 y 26 de noviembre.
La celebración fue originalmente establecida como Fiesta de Cristo Rey por el papa Pío XI el día 11 de diciembre, XVI centenario del I Concilio Ecuménico de Nicea que definió y proclamó el dogma de la consubstancialidad del Hijo Unigénito con el Padre.
Tras el Concilio Vaticano II y la reforma litúrgica de Pablo VI en 1969, la fiesta cambió de significado y de nombre, llamándose Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, y pasando a celebrarse al último domingo del Año litúrgico del rito romano.
Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí. Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.
Como el año litúrgico representa el camino de nuestra vida, esta experiencia nos recuerda, es más, nos enseña, que nos dirigimos hacia el encuentro con Jesús, el Esposo, que vendrá como Rey y Señor de la vida y de la historia. Estamos hablando de su segunda venida. En la primera, vino en la humildad de un Niño acostado en un pesebre y en la segunda, regresará en la gloria, al final de la historia. Esta es la venida que hoy celebramos litúrgicamente.
Pero hay también una venida intermedia, la que vivimos hoy, en la que Jesús se nos presenta en la Gracia de sus Sacramentos y en el rostro de cada pequeño del Evangelio. Es el tiempo en el que se nos invita a reconocer a Jesús en el rostro de nuestros hermanos, el tiempo en que se nos invita a utilizar los talentos que hemos recibido, a asumir nuestras responsabilidades cada día. Y a lo largo de este camino, la liturgia se nos ofrece como escuela de vida para educarnos a reconocer al Señor presente en nuestra vida cotidiana y para prepararnos a su venida final.