El Domingo de Ramos
El Domingo de Ramos es la celebración religiosa en la que los cristianos conmemoramos la entrada de Jesucristo en Jerusalén, dando inicio a la Semana Santa.
De acuerdo con los Evangelios, Jesús de Nazaret entró triunfalmente en Jerusalén en medio de una multitud que lo aclamaba. Antes de ello, se detuvo en Betania y Betfagé, y el Evangelio de Juan añade que cenó con Lázaro y sus hermanas María y Marta. Ahí, se narra que Jesús envió a dos discípulos a la aldea cercana con órdenes de recuperar un burrito, que había sido atado pero nunca montado, y les dijo: Si os preguntan, decid que el Señor necesita el burrito y que les será devuelto luego.
Jesús entonces montó al borrico, o en Mateo al borrico y a la burra, madre de este, dentro de Jerusalén. Se afirma también que los discípulos pudieron poner sus capas en el animal, haciéndolo así más confortable. Los Evangelios describen cómo Jesús entró en Jerusalén, cómo la gente alfombraba su camino y también cómo dejaba a un lado pequeñas ramas de árbol mientras cantaba una parte del Libro de los Salmos, específicamente los versículos Bendito es el que viene en el nombre del Señor. Bendito es el enviado del Reino de Nuestro Padre.
El lugar de esta entrada no está especificado, pero se supone que fue por la Puerta Dorada, desde donde se creía que el Mesías entraría a Jerusalén; sin embargo, otros estudiosos piensan que el lugar fue por el sur, pues tenía entrada directa hacia el templo.
Este día se llama Domingo de Ramos o Domingo de Pasión. El primer nombre proviene del hecho de que se conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo recibió con hojas de palma mientras que el segundo lo hace del relato de la Pasión que se lee en este domingo, porque de no ser así no se leería en festivo, ya que en el próximo la lectura tratará sobre la Resurrección.
Según documento del Vaticano el Domingo de Ramos comprende a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión. Jesucristo reclamó el derecho de los reyes, conocido a lo largo de la antigüedad, de demandar modos de transporte particulares.El uso de un animal en el que nadie se había sentado aún es un indicador más del derecho de la realeza. Jesús quería que su camino y su acción fueran entendidos en términos de las promesas del Antiguo Testamento cumplidas en su persona.
Al mismo tiempo, es evidente que Jesús no está construyendo sobre la violencia. Su poder es de otro tipo: es en la pobreza y la paz de Dios, que identifica el único poder que puede redimir.
El relato de la Pasión goza de una especial solemnidad en la liturgia pues es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres personas que hagan las veces de Cristo, del narrador y del pueblo. El relato ha de ser proclamado por diáconos o presbíteros, o, en su defecto, por lectores, en cuyo caso, la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote. Para el bien espiritual de los fieles conviene que se lea por entero la narración y que no se omitan las lecturas que la preceden.
En la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces ni incienso, ni se hace al principio el saludo al pueblo, como de ordinario, para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan solo los diáconos piden la bendición al sacerdote, siendo el rojo el color litúrgico en atención al Sacrificio que se conmemora.