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EL TIEMPO PASCUAL

El Tiempo Pascual,

 El tiempo pascual o tiempo de Pascua es un periodo del año litúrgico, iniciando como Triduo Pascual al atardecer del Jueves Santo hasta el Domingo de Pascua, comprendido por los cincuenta días entre este domingo de la Resurrección de Jesús hasta el de Pentecostés; al igual que Navidad cuenta con la Octava de Pascua, iniciada el Domingo de Pascua y terminando en la Fiesta de la Divina Misericordia.

 El color litúrgico de estos días es el blanco y su símbolo es el cirio pascual.

 El calendario judío originariamente era lunar, meses de 28 días; por eso, la fiesta de la Pascua cristiana se celebra el domingo inmediatamente posterior al primer plenilunio después del 21 de marzo, que corresponde al equinoccio de primavera, equinoccio de otoño en el hemisferio sur, esto sucede entre 22 de marzo y 25 de abril.

 Los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el domingo de Pentecostés se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo. Durante este tiempo de especial alegría y festividad las lecturas de la Misa son especiales y en vez del Angelus se reza la oración de Regina Caeli.

 Durante este tiempo se celebra también el día de la Ascensión, que conmemora la ascensión de Jesucristo al cielo en presencia de sus discípulos tras anunciarles que les enviaría el Espíritu Santo, que es precisamente lo que se celebra el día de Pentecostés.

 El tiempo pascual es el más fuerte de todo el año. Es la Pascua, paso, de Cristo, del Señor, que ha pasado de la muerte a la vida, a su existencia definitiva y gloriosa. Es la pascua también de la Iglesia, su Cuerpo, que es introducida en la Vida Nueva de su Señor por medio del Espíritu que Cristo le dio el día del primer Pentecostés. El origen de esta cincuentena se remonta a los orígenes del Año litúrgico.

 Los judíos tenían ya la fiesta de las semanas, fiesta inicialmente agrícola y luego conmemorativa de la Alianza en el Sinaí. Los cristianos organizaron muy pronto siete semanas, pero para prolongar la alegría de la Resurrección y para celebrarla al final de los cincuenta días con la fiesta de Pentecostés: el don del Espíritu Santo. Ya en el siglo II Tertuliano habla de que en este espacio no se ayuna, sino que se vive una prolongada alegría.

 La liturgia insiste mucho en el carácter unitario de estas siete semanas. La primera es la octava de Pascua, en la que ya por tradición los bautizados en la Vigilia Pascual, eran introducidos a una más profunda sintonía con el Misterio de Cristo que la liturgia celebra. La octava de Pascua termina con el domingo de la octava, llamado in albis, porque ese día los recién bautizados deponían en otros tiempos los vestidos blancos recibidos el día de su Bautismo.

 Dentro de la Cincuentena se celebra la Ascensión del Señor, ahora no necesariamente a los cuarenta días de la Pascua, sino el domingo séptimo de Pascua, porque la preocupación no es tanto cronológica sino teológica, y la Ascensión pertenece sencillamente al misterio de la Pascua del Señor y concluye todo con la donación del Espíritu en Pentecostés.

 La unidad de la Cincuentena queda también subrayada por la presencia del Cirio Pascual encendido en todas las celebraciones, hasta el domingo de Pentecostés. Los varios domingos no se llaman, como antes, por ejemplo, domingo III después de Pascua, sino domingo III de Pascua.

 Las celebraciones litúrgicas de esa Cincuentena expresan y nos ayudan a vivir el misterio pascual comunicado a los discípulos del Señor Jesús.

 Las lecturas de la Palabra de Dios en este Tiempo en la Santa Misa están organizadas con esa intención. La primera es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva Iglesia, que en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua del Señor Jesús. La segunda lectura cambia según los tres ciclos: la primera carta de San Pedro, la primera carta de San Juan y el libro del Apocalipsis.