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Estos son tiempos de ponerse firme y no claudicar

 

Querido profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces.

Enséñele que por cada villano hay un héroe y que por cada egoista hay un generoso.

También enséñele que por cada enemigo hay un amigo

y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.

Haga que aprecie la lectura de buenos libros

sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo

y las maravillosas vistas de lagos y montañas.

Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos.

Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.

Que crea en sí mismo y sus capacidades aunque quede solito

y tenga que lidiar contra todos.

Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos.

Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen,

que sea amante de los valores.

Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes

que solo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien pero no lo mime ni adule; déjelo que se haga fuerte solito.

Incúlquele valor y coraje, pero también paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe firme y sólida en el Creador.

Entiendo que le estoy pidiendo mucho pero haga todo aquello que pueda.

Abraham Linclon, 1830.