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El Bautismo. Papa Francisco

 

Reflexiones del Papa Francisco: el bautismo.

  La pobreza es la gran enseñanza que nos dio Jesús cuando bajó a las aguas del Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista. No lo hizo por necesidad de penitencia, de conversión. Lo hizo porque quería ponerse en medio de la gente, la gente necesita el perdón, en medio de nosotros pecadores, y cargarse el peso de nuestros pecados, Este es el camino que eligió para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Es decir, lo que nos da la verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura y de compartir.

 En más de una ocasión he escuchado estas palabras: “A nuestro hijo no lo vamos a bautizar porque no queremos imponerle nada; mejor, cuando crezca, que él escoja quéreligión quiere tener”. La verdad, es una grandísima pena que haya padres católicos que piensen así porque, además de reflejar su escasa formación religiosa, hacen ver con esos comentarios que no tienen ni idea de lo que es realmente el bautismo. Si dicen que no quieren imponer la fe a sus hijos, entonces, ¿por qué no les preguntaron también si querían venir a esta vida o no, si querían nacer o preferían no haber vivido nunca?
  A lo mejor puede sonar esto un poco duro. Pero así es. Los padres de familia que así piensan tal vez no se dan cuenta de que, al igual que la vida es un don gratuito que se ofrece al hijo sin condiciones, sólo por amor, con el bautismo sucede algo bastante semejante. La fe es un inmenso regalo, un don de Dios de un valor incalculable, y los padres –si son de verdad cristianos—consideran que es la mejor herencia que pueden dar a sus hijos. Es como si un señor muy rico quisiera regalar a un niño un millón de dólares y sus padres se opusieran rotundamente dizque para no “obligar”a su hijo a recibir algo sin su consentimiento. ¿Verdad que sería el absurdo más grande del mundo, aunque se hiciera en nombre de una supuesta “libertad”?
 Cuentan que san Luis, rey de Francia, cuando alguno de sus hijos pequeños recibía el bautismo, lo estrechaba con inmensa alegría entre sus brazos y lo besaba con gran amor, diciéndole: “¡Querido hijo, hace un momento sólo eras hijo mío, pero ahora eres también hijo de Dios!”. El apóstol san Juan se expresa así, con inmensa emoción: “Mirad quégran amor nos ha mostrado el Padre para llamarnos hijos de Dios. ¡Y lo somos realmente! Y un poco más adelante dice también: “Quien ha nacido de Dios no peca, porque la semilla de Dios está en él, y no puede pecar.